Un cuento: Parte1
Erase un valle rodeado de montañas, donde sus gentes vivían con cierto acomodo, gracias a sus cultivos, ganadería y granjas, que les permitían unas vidas tranquilas, familias que se reunían para cambiar sus viandas por otros enseres y viceversa, después de sus cambios y compras, hacían unas fiestas populares, bebiendo, comiendo, haciendo juegos, creando sin darse cuenta año tras año que estaban creando una forma de ser, se estaban convirtiendo en fraternidad.
Pasaron algunos años, y el valle se hacía cada vez mas grandioso y aquel caminante que se acercaba por él se quedaba para siempre, crearon colegios y trasmitían entre ellos formas medicinales, todo basado en la naturaleza, aquellas gentes tenían una longevilidad altísima, y había un tema que no hablaban de su naturaleza, quizás porque fuese un mito o “tabú”.
Las gentes del lugar, sabían por sus padres, abuelos y parientes que el mito estaba pero nadie o casi nadie se atrevía comentar, dado que era un secreto del valle por muchas generaciones, y así fue escondido y guardado el secreto.
Hasta que la publicidad del valle de bienestar llegó a todos los rincones de la región, acudieron gentes de otros lugares con otras lenguas, formas de vida completamente distintas a ellos.
El valle tenía un río grande que lo atravesaba de parte a parte, de norte a sur, un rio que se ampliaba según le llegaba agua de otros afluentes y se despedía del valle con gran solemnidad y majestuosamente buscando su camino hacia el mar.
Las gentes del valle sabían que la fertilidad de sus tierras se debía a su río y lo cuidaban con esmero de no verter basuras, la recuperación de sus aguas para cultivos, para la época de sequía, cuidaban su bienestar y su grandeza.
Pero en el valle había otro elemento, callado que potenciaba al valle, alguien del que no se hablaba y ese mito dicen las gentes que ayudaba al esplendor del valle y se encargaba de escuchar a los ciudadanos en sus quejas en silencio y por la noche arreglaba aquello que los vecinos se quejaban.
El mito vivía en una cueva profunda en la serranía, allende nacía el río, cuidaba de su caudal para que no faltase agua en los veranos de tan grandes sequías, e inundaciones en tiempo de lluvias.
Las gentes del lugar le llamaban de otra manera y comentaban que se quedaba durmiendo en la cresta de las montañas y que desde allí vigilaba todo el valle y sabía todo lo que ocurría.
El dios de la abundancia, era ese mito del que nadie hablaba, porque según los antepasados creó el valle a su imagen y les mandó a las gentes que por entonces vivían allí, que si respetaban la convivencia y no hubiera guerras entre vecinos y no extrapolaran su nombre, El cuidaría de que no faltase nada.